Era fuerte, robusto y ágil.
Su mirada indicaba fortaleza,
pero también un brillito de amistad y diversión
se reflejaba en su rostro.
En su morro vivía una sonrisita divertida.
Aunque todo el mundo sabe que estos
magníficos e increíbles animales, dóciles, no sonríen.
Su galopar gracioso,
bailaba al ritmo de la música clásica.
Pero, cuando quiere,
baila al ritmo del rock and roll.
Este hermoso animal, rey de la belleza sería.
Yo le envío mensajes, diciendo,
préstame un trocito de ti para cabalgar
y así alas en mi espalda sentir.
QUE DIOS NO ME ENVÍE A UN CIELO DONDE NO
EXISTAN CABALLOS.
Para Juan Francisco, mi tutor especial.
Carla Iglesias Jiménez 4ºB
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